El bufón de la corte: González, teatro del absurdo, el anticapitalismo y la foto con la vacuna Moderna de los EEUU.

Ha logrado distraer de la responsabilidad primigenia de una nefasta política sanitaria ante el COVID 19 que ha provocado más de mil muertos y que otros miles de formoseños descarguen su repudio en el personaje equivocado. El responsable es el monarca no el bufón que recibe las cachetadas.

Opinión 04/08/2021 leonardo fernández acosta leonardo fernández acosta
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Atacar en el discurso al capitalismo y sacarse una foto con una vacuna de 3.5 millones donadas por los EEUU. solo forma parte del teatro del absurdo del funcionario

La crisis de identidad no siempre marca un desequilibrio emocional, algunas veces expone la maleabilidad con que unos principios se transforman en absolutamente todo lo contrario. Esto más allá de una situación ética o psicológica inestable, muestra de manera sencilla la absoluta ausencia de valores o de principios.

A medida que el ser humano crece, va adquiriendo nuevos bagajes culturales que hace que mute en sus ideologías de acuerdo a su propia experiencia, pero los cambios en los modos de pensamiento y comprensión de las ideologías forman parte de un crecimiento intelectual dado por el consentimiento del cómo pensamos, pero este es un proceso que se rige siempre por valores morales.

Y yendo particularmente al punto, la modernidad líquida en las ideologías, no causan por ejemplo que un abogado defensor de los DDHH. que se desempeñaba en ENDEPA (Equipo Nacional de Pastoral Aborigen) y que batallaba contra el régimen feudal de Gildo Insfrán, se transforme sin solución de continuidad, en un ministro represor de aborígenes del mismo tirano y que aparte sus intervenciones causen la muerte de dirigentes aborígenes.

Desde este punto de vista de la prostitución de ideas, la borocotización de la política o el “panquequeo” de férreos fundamentalistas que cambian de bando como si fuera una remera, motivados por un cargo bien rentado en el estado, resulta una tarea sin sentido el explicar la absurda existencia del ministro de Gobierno, Seguridad y Justicia, Jorge González.

Por otra parte, si, es conveniente salir del mero juicio del personaje para entrar en cual es el objeto de la existencia de semejante funcionario que apela de manera recurrente a contradicciones, ataques, escraches de personas públicas.

En principio la función de González es generar confusión, subvertir las categorías del sentido común para llevar la construcción del argumento hacia el ridículo. Como un bufón del medioevo y más que nunca representando a un estado monárquico o a una casta de la política amorfa de un cuarto de siglo en el gobierno de Insfrán, tiene libertad de acción para decir y hacer cualquier cosa, con la licencia de una justicia inexistente o sumisa que jamás lo enjuiciaría por difamar el buen nombre y honor de las personas.

Pero las características del bufón en sus orígenes nos exponen a una persona con los cachetes inflados, con las características de un payaso actual, que recibía bofetadas con el ruido del golpe exagerado para obtener un efecto más cómico. Ser el bufón de la corte implicaba poder subir en la escala social a diferencia del resto de las profesiones y en este oficio tener una deformación física era un punto a favor, jorobado, enano, deforme, según los libros de historia.

Pero volviendo a la corte gildista, las semejanzas con el personaje del medioevo y el actual, este también tiene la confianza del monarca, se encarga de las adulaciones, halagos y hasta es parte de las intrigas políticas de la corte de Insfrán.

Ha logrado distraer de la responsabilidad primigenia de una nefasta política sanitaria ante el COVID 19 que ha provocado más de mil muertos y que otros miles de formoseños descarguen su repudio en el personaje equivocado. El responsable es el monarca no el bufón que recibe las cachetadas.

González es el ministro de la distracción, es el que reparte manifiestos falaces disruptivos de toda lógica, va del sinsentido parcial al sinsentido total, invierte el principio de causalidad: las causas producen efectos contrarios al que deberían.

El énfasis rítmico de su discurso genera una desagradable impresión, pero no es improvisada, es más teatral (de malos actores) que verbal por lo que el rechazo del público que lo escucha no se hace esperar. La actuación es pésima pero el público hace responsable al mal actor, no al director de la obra. Objetivo logrado.

El espectador ha recogido toda una serie de estímulos que lo derivan al absurdo, al enojo, al rechazo, al insulto. Al dejar la sala de teatro donde se desarrolla la conferencia de prensa del gobierno, viviendo las mismas condiciones de abuso con la excusa de la pandemia, se acuerda y muy mal de González, no de Gildo Insfrán.

Solo el rey podía desterrar y hasta ejecutar al bufón por lo que la adaptación de la obra a nuestros días le genera una absoluta impunidad ante la justicia a quien debe concentrar el repudio generalizado. Un hombre que jamás podrá recuperar su vida social o caminar sin custodia por las calles porque se ha inmolado para proteger al tirano inclusive ante las violaciones de DDHH.

Periódicamente el absurdo y las contradicciones concurren a sus actuaciones, la mentira y la manipulación son componentes permanentes en sus construcciones.

Hace unas horas, aquel que acusaba a los países poderosos de concentrar las vacunas contra el COVID 19 desde el más inútil sofisma populismo vs. el capitalismo, y no en cambio entre el populismo y el republicanismo o entre los corruptos y los transparentes, se sacaba una foto con un joven de aproximadamente 15 años colocándose la primera dosis de 3.5 millones de Moderna que donó el gobierno de EEUU. a la Argentina.

En el tacho de basura quedaban nuevamente la lógica, la ideología, la coherencia pero claro el bufón sumó otro aporte al absurdo, su forma de supervivencia.

Leonardo Fernández Acosta

Licenciado en Comunicación Social

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